Frente a la película Melancholia ( 2011) de
Lars von Trier podemos desarrollar
una lectura lineal, que va
tras la historia y los personajes, en un contexto configurado por los conceptos de tiempo, espacio,
identidad. Para ello, nos
centraremos en las dos últimas partes, quedando con la duda en cuanto al lugar
en el relato de la primera parte, sobre la cual al final podríamos concluir que
es un anticipo metafórico del relato que seguirá.
Podríamos desarrollar también lecturas
modulares, a través de las cuales identificaríamos las estructuras
semánticas que tejen la red de contenidos y temas que se entrecruzan en la
película. Hablaríamos entonces del
fin del mundo, de la condición humana, de la depresión, del valor de la vida.
Podríamos hacer una lectura interpretativa
que se dedica a articular la
lectura lineal con las lecturas modulares, sobre todo si queremos
ordenar las múltiples asociaciones que propone la película, para adentrarnos en
su generación de sentido. Podríamos abordar su entramado referencial, para
sacar conclusiones sobre cómo representa nuestra época, obsesionada por el fin
de las cosas. El yo/ aquí/ahora consume hasta el fin su pánico, sin la posibilidad
de salvación, sin lugar para héroes
o milagros, sin respaldo lógico o ilusión. Es un fin del mundo que no
deja espacio para una alternativa, o para el acto personal que marcaría la
diferencia. Sólo queda la dignidad de enfrentar lo irrevocable desde nuestra
propia condición, impotente pero compleja e imprevisible en cuanto a
reacciones.
El contexto actual de la condición humana
es significado conceptualmente, a través de marcos que enfatizan la conducta
humana: la fiesta, la soledad, la enfermedad, la responsabilidad.
La
contextualización concreta en un tiempo / espacio se remite también a un
horizonte conceptual o simbólico: la casa al final del camino largo y
complicado, el recinto humano en medio de la naturaleza. La confrontación final
del ser humano es con su entorno primario, la naturaleza, el cosmos, que lo
excluye, como al elemento que no se integra, que padece de una curiosa y dañina
enfermedad, que lo destruye y que además, amenaza con destruirlo todo. Mirando
para atrás, la fragmentación del prólogo, sus ritmos cansados, desvaneciéndose
en el espacio, adquiere otro valor, de advertencia sobre la naturaleza enajenada del ser humano, enajenada del todo y de si mismo.
Frente a esta mirada, los referentes culturales
locales retroceden, dejan lugar a caracteres y tipos de relaciones e
interacciones, que se reivindican más de un perfil humano universal que de
patrones de representación social o psicosocial. Es así como ellos somos nosotros, y es así como se
genera la relevancia cultural de la película, los grandes temas ( la gran narrativa)
que la película aborda , la implicación actual en la realidad o la capacidad de
representación y significación de
la condición humana. / Mihaela
Radulescu