Opera prima del director estadounidense Darren
Aronofsky, la película introduce al observador en un mundo fascinado por lo
números, donde Max, un matemático
solitario, atormentado por migrañas y síntomas de persecución, se dedica a
descubrir el significado de los números como clave para comprender el diseño
pasado, presente y futuro del mundo.
Más allá de una historia
en que la pasión y la locura intercambian signos de expresión, por la cual el ojo del cineasta nos conduce a
través de ritmos y tensiones que se generan gracias al acercamiento áspero de la cámara y un
montaje que acentúa el vértigo, la ruptura y la fragmentación de una realidad
que se propone dispersa e incontrolable, la película ingresa en un gran tema : el deseo del ser humano de creer
en un orden oculto y por ende revelable en su existencia. Los personajes
implicados en su búsqueda, Max, su antiguo profesor, la gente de la Cábala e
incluso la gente de las finanzas que lo persiguen, se sitúan en el límite de la condición
humana normal ( por la locura, la
enfermedad, la vejez, el misticismo envolvente, la crisis de la sobrevivencia
). Desde este límite desarrollan una doble visión, hacia lo cotidiano (
relativamente caótico y lleno de signos de lo oculto, a los cuales se le puede
y debe atribuir el valor opuesto, más exactamente, de la revelación del orden )
y hacia el diseño primordial y eterno que aseguraría la existencia y
funcionamiento del mundo. A esta doble mirada, y a los peligros que implica, nos invita la película y con ello, nos
invita a una red de referentes culturales que han marcado la historia de la
humanidad.
El punto de contacto
sintomático es el número π (Pi). Es la relación entre la longitud de una circunferencia y su
diámetro, en la geometría euclidiana, pero sobre todo es una constante
matemática, de uso frecuente en
matemáticas, física e ingeniería, desde la construcción de las pirámides
de Egipto. Su valor numérico es: π
≈ 3,14159265358979323846...Pero su importancia es mucho mayor, siendo un
elemento fundamental para demostrar el orden como proceso y resultado de la
creación, en el pensamiento místico, desde las fuentes tradicionales judías de la Torá ( ver http://lamateriasinlimite.blogspot.com/2011/02/13-5-5-5-5-13-pi-y-phi.html ) hasta la observación de la naturaleza,
pasando por toda una serie de investigaciones, como aquellas representadas por
Durero en su célebre grabado Melancolía I.
Π es el ingreso en el
mundo místico de los números. Lo es en la película de Aronofsky, como lo es el
grabado de Durero y su cuadrado mágico:
Estamos ante
la aproximación de la idea del orden más allá de la condición humana y
el desafío consiste en revelar el poder
mágico de los números. En el grabado de Durero hay 86 combinaciones diferentes de cuatro números que suman el número mágico 34. Es un cuadrado
mágico gnomon. Y algo más. Las dimensiones del grabado de Durero son aproximadamente de 18.9 x 24.1 cm, que se acerca a la
proporción 11:14, a menudo utilizó
en composiciones clásicas, sobre todo porque se deriva de la relación 22:7 que
se aproxima a Π = 3.14159 ...
En la película, la
combinación de los números revela las constantes en el destino de la humanidad:
la crisis , la destrucción. En los
dos casos, dejan entrever la figura del gran Arquitecto, que – en la película –
nos remite a otra aproximación a la misma instancia, en Matrix.
Del Π a los números y de
los números al diseño del mundo y de su destino, al orden debajo de la variedad
de las manifestaciones de la existencia:
la relación mística
entre los números, los seres vivos y las fuerzas físicas o espirituales sigue
siendo un núcleo de ideas y discursos, que nos acerca, una vez más, a la
necesidad del ser humano de comprender y dominar a través de la comprensión una realidad de la cual es parte
y a la cual nunca logra captar en su totalidad. Y para terminar, recordemos a Pitágoras quien sostuvo que el
universo debe ser visto como un todo armonioso donde los números del 1 al 9 , asociados a características
específicas, abarcan toda la experiencia de la vida.
Mihaela Radulescu
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ResponderEliminarπ (Pi) de Darren Aronofsky nos muestra de manera rítmica y secuencial como el personaje de Max Cohen va en busca del número "mágico", el cual, una vez hallado arroja un sinfín de respuestas para los cambios que se efectúan en La Bolsa; sin embargo, esta búsqueda periódica que se convierte en una constante de principio a fin acaba trastocando la mente de todos los personajes que giran en torno de sus propios intereses, colectivos o individuales, que se verán realizados una vez que puedan contar con la numeración predestinada.
ResponderEliminarUna vez inmersos en este argumento y tras el desarrollo de la obra surgen muchas interrogantes, como será posible que una cifra de 216 dígitos brinde la solución y ordene de manera totalizadora un mundo compuesto por variables donde el caos emerge y no parece dar cabida a un patrón único, sempiterno a todas las cosas.
Es así como nos encontramos frente a un concepto tan antiguo como trágico. El concepto griego de que el destino del hombre ya está escrito porque que es el hecho de que existe una cifra predestinada y constante a lo largo de la historia de la humanidad sino el hecho de que ya todo tiene un orden preestablecido, inmutable. Tal parece que Max, nuestro protagonista lo sabe, así como sabe que, el adquirir este conocimiento tan poderoso esta fuera de los límites del conocimiento accesible a los hombres. Por ello, que en su afán por obtener la cifra su herramienta principal: el ordenador, se descompensa y termina sufriendo daños en sus circuitos y en su matriz.
Una vez visto el punto anterior, se me presenta un referente más en torno a este film, y es la relación del hombre-máquina, ineludible, claro está en estos tiempos en los que todos dependemos ya sea incluso para mantener una conversación sencilla de un móvil o de un ordenador con señal de internet. Esta relación hombre-máquina se nos presenta en Pi como una dependencia necesaria de principio a fin. Tanto Max como su ordenador son las piezas clave para llegar a obtener el mesiánico número de 216 dígitos. Sin embargo, aún en esta carrera por hallar dicha numeración el dominio del hombre sobre su principal herramienta de trabajo es evidente; Euclid que es el nombre que Max le adjudica al sistema que le permite calibrar e investigar el resultado de pi, no opera solo, antes él debe ingresar con éxito o no ciertas claves numéricas que le servirán a Euclid para arrojar el resultado estimado.
Finalmente, una vez que Euclid falla y se descompone es Max quien se adjudica la labor de recomponer su sistema y solucionar sus desperfectos para reiniciar su labor de búsqueda y hallar, el “resultado”, motivo principal de su existencia, hecho verídico, ya que una vez que él alcanza dicho conocimiento y tras descubrir la “verdad” esta lo lleva a su fin, el cual muy lejos de estar cargado de un final melodramático transmite un perturbador estado de liberación de parte del hombre que se siente preso de sí mismo.
Por: Melissa Torres Fabián
Blog: http://labelladurmiente-cineproducciondebate.blogspot.com